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Carta a Estefany (ISAAC FALEN)
Seducían las estrellas tu silueta de Ángel retratado,
Estropeábamos los rayos en las estrofas de tu alma,
¡oh!, Noches de misterio en velo de gigante luz de Aurora,
Los lirios en tu almohada, suspiros en flechas de Luna,
Mañanas que reflejan pañuelos en trozos de ilusión,
Son las sombras de rosas, en la alcoba del follaje
De tu cabello en aliento de las quimeras trenzadas en tu alma,
Penetraba ondas en el espejo caritativo de tus ojos,
Despejó mis suspiros, tejiendo tu pecho en alfombras de paz.
Amo el lecho donde el sol con su oración nos alcanzó,
Porque eres el crepúsculo que cansado descansa en mis brazos,
Vertía el horizonte radiantes destellos de tu sonrisa,
Aun desprendía tu imagen; notas fugaces de pasión,
En el vendaval de mis sueños surcaban los eternos suspiros
Sedientos del poniente recitados en tu frente.
Bordabas el desierto con el eco de tu seno
Durmiendo en el nido de Alondra desparramada en tu escote,
El papel de sol difundía la brisa de candelas oceánicas.
Ignoramos la oscura madrugada, ¿recuerdas?, ¡Nos amamos!,
Sembraste faros en los campos secretos de mis tristezas.
¡Amada!, ¡bien de los altares eternizados del amor!,
Apegaste la lira del lirio distante de tu rostro de misterio,
Eres el alba en las huellas de la luna enamorada,
Marchitaste un rayo con la cálida sonrisa de tu juventud,
Palpitó el verso en las húmedas lágrimas de la noche
Que se exalta entre las margaritas del espacio de tu alma,
¡Estrellamos el duelo, el martirio cayendo en distantes caminos!,
En la estación de las nubes abrazamos el vacío agónico,
Tus ojos de isla Florida, marcaba tímida ternura de mar,
Un rayo se estrelló en tus revueltos cabellos de viento,
Titubeaba en ondas de espejos de tus mejías fugitivas,
Presentía ruiseñores distantes en tu suave pecho de esponja.
En tardes soleadas observamos el nácar de humildes besos,
En huellas de Almendras el horizonte soñaba con tu voz dormida,
Meces con tus latidos las sombras escogidas de los remolinos, que, Coreaban el iris secreto resbalando en el ancla de mis suspiros, En huésped de ecos suplicamos al misterio de tu paz,
Canta a tu puerta la sílaba poblada del cristal de la Azucena,
Turbados gorriones enamorados, en el ocaso de tu mirada,
¡Y, era Rocío que ardía en tu frente!.
Respiro en cascadas de aromas recorriendo en tu piel,
Mojaba tus sueños encendidos en el lecho del viento,
Te amo, oh, flor, oh, doncella, bálsamo de canto soñado,
Nublaste mis espinas en el dolor distante del invierno,
Moría en el oriente el ayer enjaulado de mariposas,
Compartíamos la quimera penetrada en el alba,
Hojas de verano recitaban el vaivén inmóvil
Del tiempo en vuelo de gaviotas penetrando en tu pecho salvaje,
Cerraste los ojos de Esmeralda en la fuente callada del verso,
Copiaba en mis venas tu imagen de vela prematura
En la sombra de luciérnagas de misteriosa corriente de amor,
Cándida Alondra volaba en el desierto de pañuelos húmedos.
Eres la Rosa que pobló con sus pétalos de aromas
El Sáhara de Neptuno escapando del universo distraído de dolor,
¡Mía!, Como en el sendero tejido en tus dedos pulidos,
Pensaba en los torbellinos de tus remotas sábanas de alegría,
Soñaba en tu alma el crepúsculo de brisa en tempestad,
La luna poblando tus pestañas de imagen de melancólica espuma.
Juntos, caminamos, recolectando primaveras encendidas en la aurora, Volvió del Naranjal destellando de la fuente de tus suspiros.
¡Que la distancia no contemple lágrimas de dolor!,
Inocentes lamparillas consentían aromas vagando el espacio
Donde muere tu cuerpo de savia al atardecer.
Olvidamos la muerte sentada en espectral tristeza,
El lecho de tus sueños atraía la luna de los pétalos
Temblando como Rocío en el secreto vaivén de las hojas,
Subió a tus mañanas el viento sonriente en celaje,
Eres la luz en el idioma más oscuro de mis abismos,
¡Pequeña, mía!, Alabé la elegía severa del ayer,
Y, con tus besos tatuaste mi silencio lluvioso de otoño,
Cubría las brasas con el tenue de las sábanas
Envueltas en secreto, murmurando en delicadas amapolas,
Antorchas dirigen cometas volando sobre tu dulzura.
En el botón pálido de Abril suspiraban mis estrofas de amor,
Estefany, pálida como el otoño que prematuro sonríe
En tácitos ademanes retratados en aromas de clavel.
Eres la gota del misterio en despido de lámparas
Bramando en los huracanes inclinados a los espejos de cristal
De Esmeraldas flotando en tus ojo de Alondra,
Agua que sube al eco de tus huellas.
Florecen en tu puerta humilde despertar de azucenas,
Amo las madrugadas Unidas al universo,
En islas de rosas navegan tus alas, suaves de uvas,
Ampara el tiempo, hogueras ahogadas en estrellas,
Mi poesía brama en las venas floridas del sueño
Que distraído descansa en la fantasía de tus senos,
Ardiente enjambre de lúcidos ecos de lis
Respiraban en el extenso valle crepuscular de tus labios.
En un pañuelo envolviste los relámpagos de la madrugada.
Amo tu andar, en lecho de pétalos de espuma de fuego
Que acelera fugitiva tus mejías aún pálidas.
A los fines intensos de los poblados bosques de tus cejas,
Besaba ala en sombras de mariposas de embeleso,
Tu semblante destella el más hermoso de mis sueños,
Prohibimos la noche de las tumbas floridas
De los rayos durmiendo ligeros al final de mayo,
Mística lila en el delgado manantial de tu pálida cabellera,
Desataste sonrisas en el cóncavo del Riachuelo marino,
Bebí del río desparramados en savia de tu espalda,
Fugitivos destellos se deslizan despiertos en tu corazón.
Perdona, a veces, las dificultades de mi dolor de mis celos,
Encadenaba cual llama desahogada de candil
Naufragando en los latidos de las mariposas de tus horizontes,
Derramaste perlas de Luna en el trágico nicho helado
De las rosas desterradas en la nieve.
Abre tus alas al cauce eterno de mis besos,
El alba en viento ensombrecía soleado olvido de cenizas,
Soplaron los cirios el oriente tardío aún contemplándote.
En la puerta prohibida de tu Serena sonrisa de cereza,
Deshojando el destino, tu rostro es un ocaso, poniente eterno,
Fresco misterio al instante de mis nostalgias.
Pasaste esa tarde, pasaste tan calladamente;
Como nube de pájaros confundiendo crisálida en brasas.
Pasaste y encontré una estrella brillando en tu frente vestida de mañana. Aguacero en hilo perfumado en la humedad de tu pupila,
Sobraba la noche ante el faro de tus sentimientos,
Desprendiste flores de embarcación del extraño duelo de mi orgullo,
Besé cántaros del aguacero enredado en tu cuello.
Amo la lejanía de las tristezas en clara fuente del amor
Que ahorca vacíos de espejos descoloridos…
No Soy Neruda (ISAAC FALEN)
Abrigo nidos en los horizontes de tus brazos,
Tener al frente los vidrios cálidos de la luna
Salpicando al fuego de mis suspiros en barcos,
Si te vas lejana, si algún tren en su vientre te Aleja,
Brillaran sonrisas eternas en brisas de estrellas,
En caminos de nieve abismos protegen tus rastros,
No soy Neruda pero mis versos colgarán en tu cuello.
No hay día que ni cabalgue en tus senos
Y reme en tus ojos el candelabro de la primavera,
En una nube tu cuerpo se apodera de las rosas,
En pétalos de aguas agatas a tu sonrisa en castillos,
En sábanas de palmeras enterramos secretos de luna,
Del Rocío a las dunas de fuego besos nocturnos de colmenas
Vuelven a los pañuelos de mis rimas a tus mejillas
Almohadas adoloridas sumergidas ignotas en tu piel,
En las playas sonambulas de gaviotas giro a tus dedos
Para aromar sombreros en noviazgos de anhelos de lira,
Coloque en tu cuarto estrellas una tarde de mayo, ¿recuerdas?
Miel en tu paladar en sombras de veleros entre celos,
Trinar en algodón de primaveras de primitivas almendras,
Vestiduras de golondrinas a tus altares de luz en ramajes.
No soy Neruda pero derramó centellas en copas de versos
Como hojas de vientos a los prados de tu cuerpo,
Amanecen los pinos desenredados en tus loca cabellera,
Huyen los pájaros a los espejos de tu vientre de lis,
capullos de cristal en frases de manantial presumian las mañanas,
Un río, un arcoiris sentados en tu espalda escribiendo mis sueños,
Albergues de duelos se opacaron en las nostalgias del ocaso
Remolinos sentados en los límites de arroyos de plata,
Duermo en tus noches cuya alba recita errores en lágrimas,
Lirios en horas fugaces envueltas en sorpresas de promesas,
Cual ave en surcos de las cataratas del mar en tus almohadas,
Te amo aquí como un puente de Nirvana a caballo en potreros,
Me ametrallo el alma para obtener los faroles de tu océano,
Ensortijado aroma vuela junto a aves de urañas fuentes melódicas
En vagones de estrellas despierto a callejones empedernidos
Que orientan constelaciones del domingo entre obscuros candiles,
Un llanto al llano llamo a alondra triste en alguna extraña pesadilla,
Soplan las primaveras sus sueños al lecho del invierno entre rezos,
Son las gaviotas en un claro pañuelo de fuego anclando en tus puertos,
Emigran las velas al alba en lamentos de hojas pérdidas al universo,
Era una carretera en la cima de tu ingle en gritos de ecos eternos
Narcisos suspiraban en tus puertas, en tus ventanas de París,
Y, alegraban himnos en los lagos encajados cálidos en tu cuello,
Botones a tus oídos en torres de fragancias en mis anhelos de brújulas,
¡Vuelvo a tus sábanas tibias donde despierta el maizal!
Ora del sendero pensativo que arremete Paz en sombreros de algodón,
El crepúsculo se enciende en tu cuarto como antorcha triste de agosto,
Se ahogan los ciervos entre corrientes del bravío cascajal.
Vibra la lira en altares de liebre susurrando en lis sonámbula,
Brasas en tus ojos, brasas en los horizontes de tu pecho,
Labriego en sigilo de cornisa en balcón de uva bajo sombras,
Montañas en rosas de alfombras murmuraban a la aurora y al alba,
Rezando en tambores inclino mis huellas a tu lecho de las mariposas de marzo,
Voces del domingo en vino al nidar alud tiritando en la madrugada,
Te veo brillante en las colinas de sendas caliza de terciopelo.
No soy Neruda, pero respiro de tus playas poemas de amor,
Libélulas compiten al campanario en ecos de luceros plegados en los prados,
Lámparas en hierbas descansan aflorando oasis en semillas inertes de sol,
Recito la nieve en cántaros suplicando a tu tornado de pastizal,
En dudas de arenas reflejaban espinas del limbo nocturno,
Humedad de girasol revive incómoda como visitando cerezos de enero,
Volcanes saltando entre sortijas de rayos que irradian cenizas crisálidas.
Violentos carruajes en la vía hacia el arco iris se dirigen,
Huyendo en sombras de amapolas descansan adoloridas las luciérnagas en huracanes,
Blancas estrellas decoran al escalar tu vientre de azucena entre tejados,
Morfina en las olas del mar tatúan al azar colmenas de siniestras risas,
Como el humo al horizonte los trenes enterrados en la maleza avanzan,
Tus obscuras pestañas un fúnebre manto de la noche; tacitas de colibrí,
Tu cuerpo una oración sagrada sentada en una banqueta entre las montañas.
Abrigo nidos en los horizontes de tus brazos,
Tener al frente los vidrios cálidos de la luna
Salpicando al fuego de mis suspiros en barcos,
Si te vas lejana, si algún tren en su vientre te Aleja,
Brillaran sonrisas eternas en brisas de estrellas,
En caminos de nieve abismos protegen tus rastros,
No soy Neruda pero mis versos colgarán en tu cuello.
No hay día que ni cabalgue en tus senos
Y reme en tus ojos el candelabro de la primavera,
En una nube tu cuerpo se apodera de las rosas,
En pétalos de aguas agatas a tu sonrisa en castillos,
En sábanas de palmeras enterramos secretos de luna,
Del Rocío a las dunas de fuego besos nocturnos de colmenas
Vuelven a los pañuelos de mis rimas a tus mejillas
Almohadas adoloridas sumergidas ignotas en tu piel,
En las playas sonambulas de gaviotas giro a tus dedos
Para aromar sombreros en noviazgos de anhelos de lira,
Coloque en tu cuarto estrellas una tarde de mayo, ¿recuerdas?
Miel en tu paladar en sombras de veleros entre celos,
Trinar en algodón de primaveras de primitivas almendras,
Vestiduras de golondrinas a tus altares de luz en ramajes.
No soy Neruda pero derramó centellas en copas de versos
Como hojas de vientos a los prados de tu cuerpo,
Amanecen los pinos desenredados en tus loca cabellera,
Huyen los pájaros a los espejos de tu vientre de lis,
capullos de cristal en frases de manantial presumian las mañanas,
Un río, un arcoiris sentados en tu espalda escribiendo mis sueños,
Albergues de duelos se opacaron en las nostalgias del ocaso
Remolinos sentados en los límites de arroyos de plata,
Duermo en tus noches cuya alba recita errores en lágrimas,
Lirios en horas fugaces envueltas en sorpresas de promesas,
Cual ave en surcos de las cataratas del mar en tus almohadas,
Te amo aquí como un puente de Nirvana a caballo en potreros,
Me ametrallo el alma para obtener los faroles de tu océano,
Ensortijado aroma vuela junto a aves de urañas fuentes melódicas
En vagones de estrellas despierto a callejones empedernidos
Que orientan constelaciones del domingo entre obscuros candiles,
Un llanto al llano llamo a alondra triste en alguna extraña pesadilla,
Soplan las primaveras sus sueños al lecho del invierno entre rezos,
Son las gaviotas en un claro pañuelo de fuego anclando en tus puertos,
Emigran las velas al alba en lamentos de hojas pérdidas al universo,
Era una carretera en la cima de tu ingle en gritos de ecos eternos
Narcisos suspiraban en tus puertas, en tus ventanas de París,
Y, alegraban himnos en los lagos encajados cálidos en tu cuello,
Botones a tus oídos en torres de fragancias en mis anhelos de brújulas,
¡Vuelvo a tus sábanas tibias donde despierta el maizal!
Ora del sendero pensativo que arremete Paz en sombreros de algodón,
El crepúsculo se enciende en tu cuarto como antorcha triste de agosto,
Se ahogan los ciervos entre corrientes del bravío cascajal.
Vibra la lira en altares de liebre susurrando en lis sonámbula,
Brasas en tus ojos, brasas en los horizontes de tu pecho,
Labriego en sigilo de cornisa en balcón de uva bajo sombras,
Montañas en rosas de alfombras murmuraban a la aurora y al alba,
Rezando en tambores inclino mis huellas a tu lecho de las mariposas de marzo,
Voces del domingo en vino al nidar alud tiritando en la madrugada,
Te veo brillante en las colinas de sendas caliza de terciopelo.
No soy Neruda, pero respiro de tus playas poemas de amor,
Libélulas compiten al campanario en ecos de luceros plegados en los prados,
Lámparas en hierbas descansan aflorando oasis en semillas inertes de sol,
Recito la nieve en cántaros suplicando a tu tornado de pastizal,
En dudas de arenas reflejaban espinas del limbo nocturno,
Humedad de girasol revive incómoda como visitando cerezos de enero,
Volcanes saltando entre sortijas de rayos que irradian cenizas crisálidas.
Violentos carruajes en la vía hacia el arco iris se dirigen,
Huyendo en sombras de amapolas descansan adoloridas las luciérnagas en huracanes,
Blancas estrellas decoran al escalar tu vientre de azucena entre tejados,
Morfina en las olas del mar tatúan al azar colmenas de siniestras risas,
Como el humo al horizonte los trenes enterrados en la maleza avanzan,
Tus obscuras pestañas un fúnebre manto de la noche; tacitas de colibrí,
Tu cuerpo una oración sagrada sentada en una banqueta entre las montañas.
INGRATA
Era Juan un muchacho de serena mirada
que lograba objetivos con ahínco ejemplar,
que soñaba despierto buscando su amada
y hacerla su esposa y llevarla a su hogar.
Y una tarde cualquiera surgió la sonrisa
una hermosa muchacha se la respondió
al impulso espontáneo de dos corazones
se tiñó el mundo rosa y en rosa quedó.
Y el amor floreció al compás de la vida
el honrado trabajo sus frutos rindió
el pan abundaba dorado en la mesa
y el jardín que crearon también floreció.
Un aroma de cielo invadió la hondonada
con contornos azules se tiñó la distancia
las violetas vinieron a erigirse las reinas
y en el aire esparcían su dulce fragancia.
Con susurros de amor se tejió la morada,
sonrisas y sueños llenaban la estancia,
dos corazones latían en perfecta armonía,
y en cada rincón floreció en abundancia.
Pero, una tarde cualquiera rehuyó su mirada
y a la tarde siguiente ya no la encontró
con el alma en la mano esperó si llegaba
pero, al día siguiente, tampoco la halló.
Haciendo uso total de su libre albedrío
sin querer sopesar que era tan querida
decidió que era tiempo ya de marcharse
e hizo pacto total con su propia partida
Recorrió la senda por la que había venido
y siguiendo hacia lejos, de allí se marchó.
olvidó las sonrisas, caricias y sueños,
los momentos felices, también olvidó.
Sentado al portal esperaba el crepúsculo
y lloró aquella noche, pues tenía por qué
y las horas se fueron caminando lentamente
a contar de esa aciaga en la que ella se fue.
Un dolor lacerante se ha instalado en su pecho
el insomnio constante es su fiel compañero
una angustia latente ha invadido a su alma
al poder comprobar que ese amor era artero.
¿Dónde estarás ahora, ingrata avecilla?
¿Por dónde camina tu diminuto pisar?
¿Te salpica la lluvia, te refresca la brisa,
te entrega su sombra el más verde pinar?
Y esa vida feliz se escapó en desbandada
y toda esa dicha también sucumbió.
El perro preferido se fue hacia el camino
y la flor que quedaba de pena murió.
Y Juan vive ahora
Enviado por beache
PIZZAS
Estaba una pizza llorando en el cementerio, llega otra pizza y le dice:
- ¿Era familiar?
- No, era mediana..
La soledad más amarga, no es aquella donde sólo se habla consigo mismo. Es aquella donde se tiene a quien hablarle, pero sin tener a nadie con intención de escuchar
Yoannis Alvarez Alcantara
Te vi y en un segundo
Los sueños empezaron a volar
Te conquistaba, me casaba
Muchos hijos y un hogar.
De pronto el tren paró
Te perdiste entre la gente
Toda mi vida soñada
Se deshizo de repente!!
juan romero
INGRATA
Era Juan un muchacho de serena mirada
que lograba objetivos con ahínco ejemplar,
que soñaba despierto buscando su amada
y hacerla su esposa y llevarla a su hogar.
Y una tarde cualquiera surgió la sonrisa
una hermosa muchacha se la respondió
al impulso espontáneo de dos corazones
se tiñó el mundo rosa y en rosa quedó.
Y el amor floreció al compás de la vida
el honrado trabajo sus frutos rindió
el pan abundaba dorado en la mesa
y el jardín que crearon también floreció.
Un aroma de cielo invadió la hondonada
con contornos azules se tiñó la distancia
las violetas vinieron a erigirse las reinas
y en el aire esparcían su dulce fragancia.
Con susurros de amor se tejió la morada,
sonrisas y sueños llenaban la estancia,
dos corazones latían en perfecta armonía,
y en cada rincón floreció en abundancia.
Pero, una tarde cualquiera rehuyó su mirada
y a la tarde siguiente ya no la encontró
con el alma en la mano esperó si llegaba
pero, al día siguiente, tampoco la halló.
Haciendo uso total de su libre albedrío
sin querer sopesar que era tan querida
decidió que era tiempo ya de marcharse
e hizo pacto total con su propia partida
Recorrió la senda por la que había venido
y siguiendo hacia lejos, de allí se marchó.
olvidó las sonrisas, caricias y sueños,
los momentos felices, también olvidó.
Sentado al portal esperaba el crepúsculo
y lloró aquella noche, pues tenía por qué
y las horas se fueron caminando lentamente
a contar de esa aciaga en la que ella se fue.
Un dolor lacerante se ha instalado en su pecho
el insomnio constante es su fiel compañero
una angustia latente ha invadido a su alma
al poder comprobar que ese amor era artero.
¿Dónde estarás ahora, ingrata avecilla?
¿Por dónde camina tu diminuto pisar?
¿Te salpica la lluvia, te refresca la brisa,
te entrega su sombra el más verde pinar?
Y esa vida feliz se escapó en desbandada
y toda esa dicha también sucumbió.
El perro preferido se fue hacia el camino
y la flor que quedaba de pena murió.
Y Juan vive ahora
Enviado por beache
PIZZAS
Estaba una pizza llorando en el cementerio, llega otra pizza y le dice:
- ¿Era familiar?
- No, era mediana..
La soledad más amarga, no es aquella donde sólo se habla consigo mismo. Es aquella donde se tiene a quien hablarle, pero sin tener a nadie con intención de escuchar
Yoannis Alvarez Alcantara
Te vi y en un segundo
Los sueños empezaron a volar
Te conquistaba, me casaba
Muchos hijos y un hogar.
De pronto el tren paró
Te perdiste entre la gente
Toda mi vida soñada
Se deshizo de repente!!
juan romero