Perfil Público de luisfernandez12
luis alejandro fernandez almea
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– Jaimito, ¿crees que la tecnología reemplazará algún día al papel?
-¡No lo creo profesora, no me veo limpiandome el culo con un ipod!

– Hace 15 días que mi tío descansa en paz.
Al oír esto el amigo le dice:
Oye Jaimito, por qué no me dijiste nada sobre la muerte de tu tío.
Y Jaimito respondió:
¡Cómo crees si la que murió fue mi tía!

Esta leyenda de terror inicia en una noche de abril cuando Fernanda veía un juego de fútbol al lado de su padre.
“Interrumpimos esta transmisión para informarles que de acuerdo con la redacción de este canal hace unas horas se escapó un enfermo del hospital psiquiátrico. Les recomendamos no salir de sus casas, ya que este individuo es extremadamente peligroso. Si tienen alguna información sobre su paradero, por favor comuníquese a esta estación”.
– Papá, tengo mucho miedo. Te pido que por favor esta noche no salgas a trabajar.
– Hija, no puedo hacer eso, soy velador. Además en este mes ya he faltado dos veces puesto tú te enfermaste la semana pasada. Si lo vuelvo hacer, es probable que me corran y entonces tendrás que vivir con tu madre hasta que vuelva a encontrar otro trabajo.
– No papito no quiero irme con mamá. Comprendo lo que me dices, pero por favor ten mucho cuidado.
– Sí Fer, no te preocupes, cerraré la puerta incluso con la cadena. Sólo debes prometerme una cosa… ¡Pase lo que pase, no te acerques a la puerta aunque oigas sonar el timbre! ¿Me lo prometes?
– Claro papi. ¿Pero qué pasa si hay un incendio?
– Ya lo sabes, hay un duplicado de las llaves encima del refrigerador, pero únicamente debes usarlo en caso de que ocurriera algún siniestro.
La niña de 11 años le dio un beso de despedida a su papá y se dirigió a su habitación a seguir viendo la televisión. Una vez más puso el canal de noticias, en donde se enteró que el desquiciado del manicomio continuaba suelto.
“Nos informan que el maniático que se fugó esta tarde se le vio cerca de la calle de los Robles”.
El pavor invadió hasta lo más profundo del ser de Fernanda, ya que sabía que esa calle se encontraba a unas cuantas cuadras de su domicilio. Apagó el televisor y las luces para intentar dormir, pero no podía ni siquiera cerrar los ojos, pues inmediatamente pensaba en situaciones horribles en las que aquel maniático entraría a su casa y la asesinaría.
Cerca de las 10 de la mañana el sonido del timbre la despertó. Transitó por el pasillo que conducía a la alcoba de su padre y vio que éste no había llegado a su hogar. Llegó hasta la puerta y con voz temerosa preguntó:
– ¿Quién es?
A esta pregunta alguien con voz sombría y tétrica le respondió:
– Soy yo hija abre pronto.
La niña no hizo caso y volvió a su cuarto hasta que poco después escuchó las sirenas de varias patrullas que aparcaban a las afueras de su domicilio.
Una vez más se aproximó a la puerta y alcanzó a escuchar a uno de los gendarmes que decía:
– Métanlo en la camioneta y llévenlo de vuelta al hospital psiquiátrico. Trae una sábana para tapar el cuerpo, no quiero que los fotógrafos vean cómo terminó este pobre hombre.
Fernanda fue a la cocina, jaló un banco y se subió en él para alcanzar el duplicado de las llaves que estaban sobre la nevera.
Abrió la puerta y lo único que pudo ver fueron un par de camillas. En una de ellas se encontraba un hombre amarrado gritando incoherencias. Por otro lado, en la camilla más próxima reposaba el cuerpo sin vida de un hombre. Supo que era su padre, pues reconoció la esclava de oro que colgaba de aquel brazo lleno de sangre.

Prodigabas sus defectos,
sin encontrar su hermosura,
¿Por qué demonios te extraña
que ceda su calentura?.
Si jamás fuiste marido,
ni compañero, ni amante.
Si carbón para ti era ella,
y cualquier otra, brillante.
Pero al fin halló al artista
que vió en la mujer dulzura,
y desde entonces se amarón
en sesiones de locura.
Deberías dar las gracias
a tan ilustre galante,
que convierte tu basura
en el más puro diamante.
Pero tú sigues enfermo,
solo la ves diferente,
¿No ves que cambió la forma,
de tristona a sonriente?.
Te acojes en la ceguera
y a Dios por ello bendigo,
que aquel que a tu mujer goza
soy yo, tu mejor amigo.
Hoy continua la historia
de este billar a tres bandas
pues a todos beneficia
si no media propaganda.
Contento queda el marido,
pues sus guisos mejoraron
al ser felices las manos
que mi cuerpo exploraron.

Érase una vez una niña muy linda llamada María que vivía en una coqueta casa de campo. Durante las vacaciones de verano, cuando los días eran más largos y soleados, a María le encantaba corretear descalza entre las flores y sentir las cosquillitas de la hierba fresca bajo los pies. Después solía sentarse a la sombra de un almendro a merendar mientras observaba el frágil vuelo de las mariposas, y cuando terminaba, se enfrascaba en la lectura de algún libro sobre princesas y sapos encantados que tanto le gustaban.
Su madre, entretanto, se encargaba de hacer todas las faenas del hogar: limpiaba, cocinaba, daba de comer a las gallinas, tendía la ropa en las cuerdas… ¡La pobre no descansaba en toda la jornada!
Una de esas tardes de disfrute bajo de su árbol favorito, María vio cómo su mamá salía del establo empujando una carretilla cargada de leña para el invierno. La buena mujer iba encorvada y haciendo grandes esfuerzos para mantener el equilibrio, pues al mínimo traspiés se le podían caer los troncos al suelo.
La niña sintió verdadera lástima al verla y sin darse cuenta, exclamó en voz alta:
– Mi mamá se pasa el día trabajando y eso no es justo… ¡Me gustaría ser un hada como las de los cuentos, un hada de los deseos que pudiera concederle todo lo que ella quisiera!
Nada más pronunciar estas palabras, una extraña voz sonó a sus espaldas.
– ¡Si así lo quieres, así será!
María se sobresaltó y al girarse vio a una anciana de cabello color ceniza y sonrisa bondadosa.
– ¿Quién es usted, señora?
– Querida niña, eso no tiene importancia; yo sólo pasaba por aquí, escuché tus pensamientos, y creo que debo decirte algo que posiblemente cambie tu vida y la de tu querida madre.
– Dígame… ¿Qué es lo que tengo que saber?
– Pues que tienes un don especial del que todavía no eres consciente; aunque te parezca increíble ¡tú eres un hada de los deseos! Si quieres complacer a tu madre, solo tienes que probar.
Los ojos de María, grandes como lunas, se abrieron de par en par.
– ¡¿De verdad cree que yo soy un hada de los deseos?!
La viejecita insistió:
– ¡Por supuesto! Estate muy atenta a los deseos de tu madre y verás cómo tú puedes hacer que se cumplan.
¡La pequeña se emocionó muchísimo! Cerró el libro que tenía entre las manos y salió corriendo hacia la casa en busca de su mamá. La encontró colocando uno a uno los troncos en el leñero.
– ¡Mami, mami!
– ¿Qué quieres, hija?
– Voy a hacerte una pregunta pero quiero que seas sincera conmigo… ¿Tienes algún deseo especial que quieres que se cumpla?
Su madre se quedó pensativa durante unos segundos y contestó lo primero que se le ocurrió.
– ¡Ay, pues la verdad es que sí! Mi deseo es que vayas a la tienda a comprar una barra de pan para la cena.
– ¡Muy bien, deseo concedido!
María, muy contenta, se fue a la panadería y regresó en un santiamén.
– Aquí la tienes, mami… ¡Y mira qué calentita te la traigo! ¡Está recién salida del horno!
– ¡Oh, hija mía, qué maravilla!… ¡Has hecho que mi deseo se cumpla!
La niña estaba tan entusiasmada que empezó a dar saltitos de felicidad y rogó a su madre que le confesara otro deseo.
– ¡Pídeme otro, el que tú quieras!
– ¿Otro? Déjame que piense… ¡Ya está! Es casi la hora de la cena. Deseo que antes de las ocho la mesa esté puesta ¡Una cosa menos que tendría que hacer!…
– ¡Genial, deseo concedido!
María salió zumbando a buscar el mantelito de cuadros rojos que su mamá guardaba en una alacena de la cocina y en un par de minutos colocó los platos, los vasos y las cucharas para la sopa. Seguidamente, dobló las servilletas y puso un jarroncito de margaritas en el centro ¡Su madre no podía creer lo que estaba viendo!
– ¡María, cariño, qué bien dispuesto está todo! ¿Cómo es posible que hoy se cumpla todo lo que pido?
María sonrió de oreja a oreja ¡Se sentía tan, tan feliz!… Se acercó a su madre y en voz muy bajita le dijo al oído:
– ¡Voy a contarte un secreto! Una anciana buena me ha dicho hoy que, en realidad, soy un hada como las de los cuentos ¡Un hada de los deseos! Tú tranquila que a partir de ahora aquí estoy yo para hacer que todos tus sueños se cumplan.
La mujer se sintió muy conmovida ante la ternura de su hija y le dio un abrazo lleno de amor.

Un borrachito regresaba a su casa después de pasar una noche a pura fiesta, y se topa con un policía en el camino, y le pregunta:
- Disculpe que lo moleste, pero me puede decir, ¿cuántos golpes tengo en la frente?
El policía responde:
- Tienes tres golpes.
Y el borrachito dice:
- Entonces, me faltan dos postes para llegar a mi casa.
ELLA ES TAN DULCE
es tan dulce y cálida como el arte
es tan bella como el día que la vi
ella es como el fino arte de la continuidad
no para pero sigue sin cesar,
junto a mi ventana hay algo que ocultar
pero no lo se, ella es especial y amorosa
es ella la que me llena de amor y de paz
sus besos me provoca algo que dar y junto con eso mis defectos se van
eres mía , eres divina , eres un beso largo de minutos eufóricos
para esto mis días de soledad desaparecen lentamente cada vez que miro y pienso en ti me desparezco y te echo de menos sin fin
Enviado por brunopch
GRAN VERDAD
La esclavitud no se abolió, se cambió a 8 horas diarias.
En este mundo hay los viven por vivir,los que no la viven , y los que en verdad la viven. ¿ Cual eres tu?
Noc frank Moran
CREPÚSCULO
Intuyo tu presencia.
Silencio de tu voz.
Vives en el paisaje.
Pura prolongación.
Nos llaman. Despertamos.
Van tus cabellos sueltos
-estandartes de sol-
comandando los vientos.
Los caballos galopan
y la tarde agoniza.
¿Brisa? Ciclón al frente
de rosas amarillas.
Jorge Rojas
ELLA ES TAN DULCE
es tan dulce y cálida como el arte
es tan bella como el día que la vi
ella es como el fino arte de la continuidad
no para pero sigue sin cesar,
junto a mi ventana hay algo que ocultar
pero no lo se, ella es especial y amorosa
es ella la que me llena de amor y de paz
sus besos me provoca algo que dar y junto con eso mis defectos se van
eres mía , eres divina , eres un beso largo de minutos eufóricos
para esto mis días de soledad desaparecen lentamente cada vez que miro y pienso en ti me desparezco y te echo de menos sin fin
Enviado por brunopch
GRAN VERDAD
La esclavitud no se abolió, se cambió a 8 horas diarias.
En este mundo hay los viven por vivir,los que no la viven , y los que en verdad la viven. ¿ Cual eres tu?
Noc frank Moran
CREPÚSCULO
Intuyo tu presencia.
Silencio de tu voz.
Vives en el paisaje.
Pura prolongación.
Nos llaman. Despertamos.
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comandando los vientos.
Los caballos galopan
y la tarde agoniza.
¿Brisa? Ciclón al frente
de rosas amarillas.
Jorge Rojas