Perfil Público de alvaro123
Alvaro Zevallos
Un poco sobre alvaro123
Estadísticas
¿Cómo conseguir puntos?
Puedes obtener puntos y subir en nuestro ranking en función de estos criterios:
- 15 puntos por cuento subido
- 10 puntos por poema subido
- 8 puntos por chiste subido
- 5 puntos por frase subida
- 1 punto por cada seguidor
- 0.02 puntos por voto positivo recibido
- -0.02 puntos por voto negativo recibido
- 15 puntos por cuento subido
- 10 puntos por poema subido
- 8 puntos por chiste subido
- 5 puntos por frase subida
- 1 punto por cada seguidor
- 0.02 puntos por voto positivo recibido
- -0.02 puntos por voto negativo recibido
Puntos
Día 46.08
Puntos
Semana 46.08
Puntos
Mes 46.08
Puntos
Año 1
Seguidor
1
Seguido
Estuviste conmigo desde que eras una niña,
una pequeña niña. Poco a poco fuiste creciendo y en un abrir y cerrar de ojos, ya eras una señorita.
Eras toda ella...
Hecha y derecha.
Creciste rápido, y maduraste más que yo en poco tiempo. Sin embargo, siempre te veía como la niña de mis ojos, la pequeña niña que llegó a mi vida y que amé con tan solo verla una vez.
Cada día a tu lado era siempre una aventura, gustabas siempre jugar en tu rueda y morder la puerta de tu casa y yo, yo siempre te decía que no lo hicieras; pero en más de una ocasión me sacaste no una sino varias sonrisas y carcajadas.
Estando tú y yo en mi cama, dormías siempre en mis brazos y yo contigo.
Cuando despertabas besabas mi nariz y mis mejillas anunciando así tu levante.
Me gustaba mucho verte comer, hacerte probar mil comidas y ver en tu pequeño rostro angelical, el deleite de amalgama de mil y un sabores que en ese momento probabas. Era todo un espectáculo y tú, tú eras quien mejor la pasaba.
El tiempo avanzó y enfermaste, caíste débil pero siempre con esas fuertes ganas de vivir y seguir adelante. En casa sabíamos que la hora de tu partida poco a poco se aproximaba. Nos dolía a todos, sobre todo a mi, que era quien más te amaba.
No soportaba ni aceptaba la idea de perderte, te quería mucho y quería que estés siempre a mi lado.
Cada lágrima que brotaban de mis ojos, eran un grito a Dios pidiéndole que te quedaras. Que no te fueras. Y que si te ibas, que me lleves contigo.
Si en algún momento nos volvemos a ver de nuevo, correré hacia ti, te abrazaré y te besaré...
Y volverás a dormir en mis brazos como antes, pero esta vez...
Esta vez para siempre, mi pequeño hamstes.
Aquella niña fue quizá mi primer amor real, un gusto mutuo, un deseo correspondido y casi consumado.
La conocí de una manera inusual, poco convencional…
Era al inicio una chica inocente, cándida y reservada; hasta que una pregunta de ella, me hizo desnudarla y hacer que muestre su verdadera faceta.
Tenía 17 y yo 22 años, no me importaba eso.
Se llamaba Kiara, tenia un cuerpecito muy atractivo y casi provocativo para mi.
El tiempo pasaba, yo me fui enamorando de ella y ella quizá también de mi. Yo estaba loco por verla.
Con ella experimente de todo, y sin verla, tuve ya sexo virtual. Era posesiva y celosa, pervertida y criollamente ‘’arrecha’’.
Me pedía que la inaugure, y que sea lo más antes posible. Y yo por supuesto, quería.
Quería hacerlo ya mismo.
Fueron dos veces en las que discutimos, fueron tonterías de ella, pero para Kiara no lo eran.
Ella lo tomaba en serio, yo rogaba y suplicaba su perdón y ella me lo concedía.
La frase popular: ‘’A la tercera, es la vencida’’, es real.
Recuerdo lo que me dijo, y recuerdo también lo que le dije, pero creo que es algo muy íntimo para contar en estas líneas…
Quien escribe, fue quien la dejó.
Me sentí liberado, feliz. Pero luego de ese transitorio momento, llegó lo que más temía.
El dolor llegó, entro y se posó sobre mi alma. Sentía varias cosas, sabía que no era amor. Pero como dicen: ‘’La costumbre, es más fuerte que el amor’’.
Es verdad.
Amanecer un día y sin el mensaje de: ‘’Buenos días bebé’’, era ya un dolor. Decirle ‘’amor’’, era ya cosa del pasado.
Había conocido a una chica que, si todo fue real, se había enamorado de mi, tal y como era.
No soy un monstruo, pero tampoco soy el prototipo de ‘’bonito’’ en la sociedad peruana.
Se me había hecho impresionante que una persona como yo, le parezca atractivo a una chica. Y además, que tenga deseos que yo sea su primera vez en ‘’el ring de las 4 perillas’’.
Sentía que había perdido no solo a una mujer que me quiso, sino también en tomar la pureza de una chica virgen. Perdí un el tesoro más grande que me pudo ella dar. No tuve otra escapatoria que reunirme con una ‘’conocida’’ que satisfacía mis necesidades carnales. Se llamaba Miluska, pero le decían ‘’Baby’’.
Es una increíble mujer.
Poseía un rostro de niña, unos pechos pequeñitos y lindos y un vistoso clítoris que no se dejaba mostrar por nada. Sus gemidos eran lindos, y casi a punto de terminar siempre daba un suspiro.
Aunque nos hayamos visto solo una vez por falta de dinero, obviamente por parte mía.
Ambos, Baby y yo, éramos cóncavo y convexo.
En las 3 faenas que mi cuerpo resistió, fui feliz.
Había olvidado a Kiara, la niña.
Quería que Miluska sea mi mujer, quería que me satisfaga como ya lo sabía hacer.
Acabando el tiempo, volví en mí y recordé a la niña.
Regresé a casa pensando en ella, lamentándome en dejarla.
Pero mi ‘’alter ego’’ me decía que hice lo correcto, que como hombre tenía que hacerme respetar y no ser el juguete de nadie. Sin embargo, aún me dolía.
Pasó el tiempo y seguí con mi vida, me fui poco a poco olvidando de Kiara.
Llegó un día que, en medio desenfreno, le volví a escribir.
Me aceptó y volvimos a jugar a los novios, a los amantes.
Yo con el papel de el hombre necesitado de sexo, y ella… Pues ella como la única que me podría dar eso.
Fui su marioneta durante este nuevo tiempo, hacia lo que quería conmigo, y a mi me gustaba. Lo llegué a disfrutar. Me gustó ser mandoneado por ella, me gustó que ella sea tóxica conmigo. Me gusto ser su juguete.
Algo que en la vida nunca falta, son las discusiones y también las deudas. En este tiempo para mi, fueron ambas. Algo que descubrí de ella, fue que era muy sexual. Quería estrenarse rápido, pero solo en mensaje. Era un teatro lo que hacía; saliendo del set, la cosa cambiaba. Pero era cierto que sí quería ser estrenada, pero no ahora.
Quería que sea conmigo, pero tampoco ahora.
En nuestras conversaciones, practicábamos el sexo virtual. Me excitaba mucho hacerlo con ella, y saber sobretodo que ella gozaba de eso.
Ella disfrutaba al ver una foto de mi región orgánica viril y yo disfrutaba leer sus comentarios provocativos y sexualmente obscenos. Nos queríamos, nos deseábamos, nos tocábamos el uno al otro. En nuestras mentes, ambos, ya habíamos hecho el amor.
Pasaron días y tuvimos discusiones, le rogaba que no me deje, que me había vuelto adicta a ella y que sin su compañía, yo no podría volver a ser el mismo. Ella volvía a mi; quizá por aflicción, pero volvía.
Yo era feliz, ese día celebraba. Había fiesta en mi corazón y todos estaban invitados.
Quedamos para vernos y conocernos por fin, saber cómo éramos en persona. Cómo era en persona aquella chica que me hacía feliz con sus mensajes…
Y por supuesto, cómo era el chico que le mandaba fotos de su miembro a ella. Miembro con el cual gozaba y se tocaba.
Ambos de por sí, fuimos sexualmente atraídos.
Aquella cita nunca se consumó, el día 13 de febrero del año 2024 quedamos en vernos. Un día antes de San Valentín.
Hablamos hasta las 11:39am… después de eso, desapareció y no supe más de ella.
Está demás decir y explicar cómo me sentí…
No la vi más, no supe de ella más.
La vida me había regalado una compañera, sin embargo, yo me encargué de decirle: ‘’No la necesito’’.
Cuando en realidad, rogaba por ello.
Mi vida continuó, a pesar del llanto y de la llaga aún abierta. Seguí adelante.
Nunca le tuve rencor por dejarme sin explicaciones, lo que sí me queda es agradecerle.
Darle gracias por iniciarme en el amor, en volver a sentir cariño, tristeza, alegría y pena por alguien; en haber experimentado todo eso con ella.
En sentirme querido y deseado.
Si algún día nos vemos, no puedo prometerte el no llorar pero lo que sí, es correr a tus brazos y decirte: ‘’Gracias por todo, niña mía’’.
Me enamoré de Jozabet
no sé si fue amor, pero me gustaba.
Era tan linda, de piel dulce y suave
y aroma de paz.
Con solo verla, yo era feliz
y ya al hablarle, me sentía dichoso.
Vestía siempre formal y su caminar me tentaba
a la lujuria, al erotismo, a dejarme llevar por mis
más bajos instintos humanos y montarla frenéticamente tal cual fuese un caballo.
Poseía un cuerpo de poesía y de trazos y curvas
curvas cuyo autor supo muy bien dónde ponerlas para maravillar al público.
Ella era un mar sin explorar, yo quería ser el pirata que gozase del tesoro único que solo ella guardaba y podía darme
Quería escalar esos reducidos montes y beber del manantial donde se encontraban las riquezas
más valiosas que esa dulce jovencita
me podía ofrecer
La deseaba con locura
Ella era pura e inmaculada y yo un pajero, un experto calificado en lo que yo denomino: ‘’El arte del Onanismo’’.
Pero la quería, rogaba a Dios por tenerla, sin embargo, no la tuve; hasta ahora.
Por lógicas razones, ella no me hablaba, pero yo
sí quería hablarle.
Pero que yo le hable a ella, era para mí una falta de respeto.
Viví todo los días viéndola y deseándola.
Una que otra lágrima brotaban de mis ojos y sin mi consentimiento
He de aceptar que yo era muy hiperactivo, altamente escandaloso, y pocas veces anestesiado y tranquilizado.
Jozabet era sumamente hábil en las ciencias madres
tal como la matemática, la física y la química.
Quería ser ella arquitecta
y yo quería que ella sea mía.
Aún ambos no logramos lo que queremos, pero creo que ella sí logrará lo que quiere.
Jozabet, ahora tu mar está siendo explorado; tus tesoros, saqueados
y tus montes escalados.
Yo aún te pienso, aún te deseo; vives en una ilusión
donde puedo ser feliz contigo.
Envidio a ese pirata que explora tus mares, y siento celos que sea con tu venia.
Más rabia me da ver que son ustedes piezas que encajan, son cóncavo y convexo.
Sé que no lo sabes pero…
te deseaba con locura, y a hurtadillas te observaba y te contemplaba. Si te percataste perdóname, y ahora que lo sabes compréndeme.
Jozabet Loja, me gustas
me gustas mucho.
Autor: Álvaro Zevallos
CONFIANZA
Confiar fue mi único error,
yo estaba mejor sin ti,
que mal, que iluso que fui,
al verte con ojos de amor.
Llegaste con esa sonrisa
que me arrancó la amargura,
movías tu piel, tu figura,
y tus caderas con pericia.
Yo era un saco de despojos,
susurraste "tú solo confía",
sabías que yo lo quería,
confíe cegado por tus ojos.
Error craso en resultado,
dejando como concluso,
a un roto corazón iluso
y a un iluso mutilado.
La causa por sufrirme
no es más que la confianza,
pues su ofuscada alabanza
solo me hizo redimirme.
Si ser un vil desdichado
me mantenía más feliz,
obsérvame ahora infeliz
y júzgame de afortunado.
Al aceptarte la una alianza
yo te entregué el cuchillo,
y tú con un tajo sencillo
aniquilaste la esperanza.
Pues yo te buscaba ansioso
esperando a tu llamado
y tú te ibas de mi lado
con otro amor receloso.
No amaste en serio jamás,
fui solo un juguete triste
y una vez que te aburriste
jugaste con alguien más.
Me creíste triste mendigo,
debiste decir tu intención,
pues conociendo tu razón,
no hubiera perdido contigo.
Ahora queda la casa sola
y un frío café a la mitad,
el viento azota sin piedad
contra mi tejada española.
Solo me quedo a pensar
lo fatal del romanticismo.
Pero al menos yo mismo
nunca me he de traicionar.
Querías hundirme en el mar,
felicidades, lo conseguiste.
Dejaste a un tirano triste
y a un triste sin amar.
Y si nos vemos por azares
te saludaré con pericia,
así no notarás la avaricia
de mandarte mis pesares.
Creo que necesito dormir,
creo que necesito un baño,
uno que me quite el daño,
uno para dejar de sufrir.
Si lo permite mi mente
soñaré con amar de nuevo.
Con un dulce amor longevo
para sufrir nuevamente.
Enviado por livan23l
YA ESTÁ BIEN
Pero mira que te he dicho diez mil millones de veces que no exageres...
Sólo pensar en traicionar ya es una traición consumada.
Cesare Cantù
¡Que venga la muerte!
¡que venga! que aquí la espero.
Que venga como el viento.
Rauda y decidida, con su guadaña en la mano y la mirada de frente.
¡Que vevenga la muerte!
¡que venga! que aquí la espero.
Que no hay hombre que la espere como yo la espero.
En pie y con la cara en alto,
firme como un soldado en el frente
rozado por los vientos de tanato
y rezando por algo de suerte.
¡Que venga la muerte!
¡que venga! que aquí la espero.
Rodrigo
05/04/2017
Derechos Reservados de Autor.
Bruno C
CONFIANZA
Confiar fue mi único error,
yo estaba mejor sin ti,
que mal, que iluso que fui,
al verte con ojos de amor.
Llegaste con esa sonrisa
que me arrancó la amargura,
movías tu piel, tu figura,
y tus caderas con pericia.
Yo era un saco de despojos,
susurraste "tú solo confía",
sabías que yo lo quería,
confíe cegado por tus ojos.
Error craso en resultado,
dejando como concluso,
a un roto corazón iluso
y a un iluso mutilado.
La causa por sufrirme
no es más que la confianza,
pues su ofuscada alabanza
solo me hizo redimirme.
Si ser un vil desdichado
me mantenía más feliz,
obsérvame ahora infeliz
y júzgame de afortunado.
Al aceptarte la una alianza
yo te entregué el cuchillo,
y tú con un tajo sencillo
aniquilaste la esperanza.
Pues yo te buscaba ansioso
esperando a tu llamado
y tú te ibas de mi lado
con otro amor receloso.
No amaste en serio jamás,
fui solo un juguete triste
y una vez que te aburriste
jugaste con alguien más.
Me creíste triste mendigo,
debiste decir tu intención,
pues conociendo tu razón,
no hubiera perdido contigo.
Ahora queda la casa sola
y un frío café a la mitad,
el viento azota sin piedad
contra mi tejada española.
Solo me quedo a pensar
lo fatal del romanticismo.
Pero al menos yo mismo
nunca me he de traicionar.
Querías hundirme en el mar,
felicidades, lo conseguiste.
Dejaste a un tirano triste
y a un triste sin amar.
Y si nos vemos por azares
te saludaré con pericia,
así no notarás la avaricia
de mandarte mis pesares.
Creo que necesito dormir,
creo que necesito un baño,
uno que me quite el daño,
uno para dejar de sufrir.
Si lo permite mi mente
soñaré con amar de nuevo.
Con un dulce amor longevo
para sufrir nuevamente.
Enviado por livan23l
YA ESTÁ BIEN
Pero mira que te he dicho diez mil millones de veces que no exageres...
Sólo pensar en traicionar ya es una traición consumada.
Cesare Cantù
¡Que venga la muerte!
¡que venga! que aquí la espero.
Que venga como el viento.
Rauda y decidida, con su guadaña en la mano y la mirada de frente.
¡Que vevenga la muerte!
¡que venga! que aquí la espero.
Que no hay hombre que la espere como yo la espero.
En pie y con la cara en alto,
firme como un soldado en el frente
rozado por los vientos de tanato
y rezando por algo de suerte.
¡Que venga la muerte!
¡que venga! que aquí la espero.
Rodrigo
05/04/2017
Derechos Reservados de Autor.
Bruno C